Palabra de maestro

Palabra de maestro

2021-11-02 | Por Freddy Ames

La combinación de incapacidad, ignorancia y resentimiento social es aquélla que encarna hoy el Presidente de la República, Pedro Castillo Terrones. Nos duele escribir estas líneas y expresarnos de esta manera, pero es la realidad que afrontamos.

 

Hemos aprendido que los actos políticos que realice o no realice el Presidente de la República influyen en la economía y en la estabilidad emocional de todos los que habitamos el Perú.

 

La incapacidad para gobernar de Pedro Castillo es muy visible, y se debe a su escasa preparación, pese al título de profesor de escuela primaria que posee y que, por lógica, debería ser suficiente. La base de la buena enseñanza es la que perdura en la mente de los niños, y quien la imparte debe ser un hombre culto.

 

Lamentablemente, en nuestro país, un gran número de profesores de escuelas públicas, que han llegado a ocupar el cargo, lo han hecho por descarte: no pudieron o, si tuvieron la oportunidad de escoger una carrera diferente, su escaso coeficiente intelectual no les alcanzó para pasar el examen de admisión que exige una universidad. Entonces, producto de la corrupción o por la imposibilidad de que exista otro postulante que cubra un puesto de profesor, en un lugar remoto de los Andes peruanos, el Ministerio de Educación se hizo de la vista gorda y permitió el ingreso al Magisterio de personas sin los pergaminos suficientes para atender tan importante tarea. Este hecho justifica la renuencia de los profesores a ser evaluados, saben que no pasarían el mínimo examen de suficiencia.

    

En las últimas elecciones, la soberbia de los políticos de siempre llevó a los ciudadanos a optar entre una candidata con alta carga negativa y otro, improvisado, quien en la campaña previa se encargó de acrecentar las diferencias. Decía: “no más pobres en un país rico”, “necesitamos una nueva Constitución Política”, como si la solución a los problemas que aquejan al Perú se resolvieran con refregar la condición económica y social de la gente, y con promulgar una nueva Constitución. Y así llego este señor a la presidencia.

 

El Perú es un país que requiere una conducción profesional e inteligente, un liderazgo honesto y transparente. Dista mucho Pedro Castillo de contar con esas capacidades; de ser inteligente, su escaso conocimiento lo podría suplir con asesorías especializadas, que también le ayudarían a elegir a mejores ministros. Recordamos a Aristóteles Onassis, en su momento, el hombre más rico del mundo, cuando hablaba de su éxito empresarial. Nos quedó grabada esta frase: “Para haber logrado ser lo que soy me rodeo de gente más inteligente que yo”.

 

Muchos piensan que la ideología comunista es la que prima en la conducción del gobierno; están equivocados. Los verdaderos comunistas han sido educados para ello. Pedro Castillo no lo ha sido. Fue un candidato del partido Perú Libre, que Vladimir Cerrón lidera. Él sí es un comunista de filiación y convicción. En su condición de presidente y propietario del partido, lo escogió para conformar su plancha presidencial, fue un acuerdo circunstancial que no podrá mantenerse, pues Pedro Castillo no sigue ideología alguna, sus decisiones se basan en un solo fundamento: la improvisación.

 

Ahora entendemos el ataque que sufren las empresas mineras que generan los impuestos para pagar a maestros, médicos y a la ingente burocracia que colma las instituciones públicas.

 

¿Qué pasaría si todas estas industrias dejaran de operar? ¿Qué haría el Estado para cumplir su función social? ¿De dónde tomaría recursos económicos? Emitir moneda sin respaldo tiene un límite, ya vivimos con inflación, hecho tan grave como el daño que nos causó el terrorismo, lacra que Pedro Castillo no denosta al permitir que su ex Ministro de Trabajo, Íber Maraví, haya propiciado el registro de un nuevo sindicato de profesores que tiene líderes ligados al MOVADEF, brazo político del movimiento terrorista Sendero Luminoso.

 

Pero, como siempre, existen ilusos que creen que el Presidente tiene un objetivo mayor y que defiende y apoya a los pobres. Totalmente al revés. Su desgobierno, improvisación y discurso errático ha incrementado el precio del pan, del pollo, los fideos, la energía eléctrica, el gas licuado de petróleo y otros productos básicos de la canasta familiar, y el Sol, nuestra moneda, se ha depreciado con relación al dólar, y la fuga de capitales al exterior sigue en aumento.

 

Este panorama sombrío no puede continuar. O el Presidente cambia su forma de gobernar, y piensa y actúa en favor del Perú; o, no hay otra alternativa: renuncia, revocación o vacancia del cargo, luego adelanto de elecciones, y –esta vez- no nos debemos equivocar.

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