Homenaje a Mauricio

Homenaje a Mauricio

2020-04-06 | Por Freddy Ames

Conocí a Mauricio Calvo hace más de diez años. Desde el primer momento que intercambié palabras con él, quedé impresionado por su franqueza, bondad, humildad, buen humor y don de gente; nos hicimos grandes amigos. Un mes antes de mi cumpleaños me llamaba para decirme si estaría en el Perú para que estuviera presente y modificara su agenda; se había convertido en un viajero frecuente, pero, por deferencia hacia mí, dejaba de viajar en esa fecha.

 

Recuerdo muchas anécdotas, usualmente asistíamos a los partidos de fútbol de la selección  peruana con él y su padre y otros amigos. En una oportunidad, en la puerta del Estadio Nacional, pasando la reja antes de ingresar, fuimos objeto de chequeo personal por la policía. Todos pasamos sin problema, excepto Mauricio, quien fue detenido unos minutos. Él era muy estricto con su limpieza personal, llevaba en un pequeño maletín o mochila de mano dispensadores de gel desinfectante, toallitas de mano húmedas y otros elementos similares. La policía no permitía que pasara esos artículos, vi con desesperación que Mauricio explicaba para que los necesitaba, y la policía no cedía, retrocedí unos pasos, me acerqué a conversar con el Mayor Comisario que estaba observando la intervención, le explique la situación especial de Mauricio, “fanático por la limpieza”. El Mayor me escuchó, sonrió, me dijo algunas palabras que quedó entre nosotros y lo dejó pasar. Ya en el estadio, Mauricio estaba feliz de contar con sus implementos de limpieza personal.

 

En otra oportunidad visitamos Tarapoto, nos alojamos en un lindo hotel, estuvimos cuatro familias, cada familia en un bungalow personal. Los muchachos fueron a visitar la ciudad y a las discotecas; los adultos nos quedamos en nuestros dormitorios. Ya muy de noche vi una sombra que discurría por mi habitación; no hice caso. Al día siguiente fui a servirme una bebida del frigobar y no encontré ni una sola, Mauricio había ingresado en la noche a cada bungalow y nos dejó sin provisión de bebidas. Al día siguiente, por supuesto, nadie le dijo nada; él estaba en familia.

 

Así era Mauricio: espontáneo, buen muchacho, una maravillosa persona, sano, honesto, transparente y un excelente amigo; llegué a quererlo como un hijo más.

 

Ayer nos dejó. Ya no podré escuchar su risa fuerte. ¿Por qué Dios lo llevó tan temprano? Me queda un gran vacío en mi corazón, a sus padres y hermanas les acompañamos en su dolor; hoy sus amigos estamos muy tristes, nunca olvidaremos a Mauricio.

 

Querido Mauricio, descansa en paz.

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