Falso orgullo, falsa modestia, cortesía y amistad

Falso orgullo, falsa modestia, cortesía y amistad

2019-10-14 | Por Freddy Ames

Soy ajeno a brindar consejos a otras personas, pues soy propenso también a cometer errores. En ese sentido, expresaré lo que he experimentado y observado, a lo largo de mi vida, en cuanto al orgullo, la modestia, la cortesía y la amistad.

 

La cortesía, para mí, define al ser humano. Una persona cortés es aquélla que ha escalado un peldaño superior, pues, más allá de pensar en sí, actúa ajena a los prejuicios y se muestra amable; no ve al otro como un ser inferior, se pone en su lugar y muestra lo mejor que tiene, hace del momento compartido un momento feliz.

 

Recuerdo que, cuando era niño, escuché que alguien decía que el orgullo mata. Es muy probable que se refiriera al falso orgullo, aquél que no expresa las verdaderas intenciones, los verdaderos sentimientos. Cuando aquéllos que esconden sus sentimientos son pillados en falta, responden como defensa. “Yo soy así; nadie me puede cambiar”.

 

A veces se confunde modestia con cortesía. La primera se relaciona con la humildad o la ausencia de vanidad, de engreimiento, de ostentación y soberbia; la cortesía es sinónimo de amabilidad y buena educación. La falsa modestia esconde los peores sentimientos, está agazapada, espera la ocasión para mostrase tal como es, arrogante y feroz. ¿Cómo la descubrimos? La cortesía va de la mano con la modestia; una persona cortés siempre será modesta, o a la inversa.

 

Sólo las personas mediocres no pueden mejorar, trascender, es la razón por la que hemos venido a este mundo. La trascendencia no se mide por la acumulación de bienes materiales o por acumular poder; la trascendencia va en paralelo al desarrollo del espíritu humano. Trascender es hacer el bien sin mirar a quien, es procurar la felicidad de los que nos rodean; quien busca trascender ya cambió.

 

Un punto aparte para la verdadera amistad. Es muy probable que tengamos pocos amigos o amigas; es importante construir amistades duraderas. Estarán cerca de nosotros aquéllos que comulgan con nuestra forma de ser. Si actuamos dentro de la senda correcta, no los debemos perder nunca, pues ellos serán el espejo dónde mirarnos.

 

El dar sin recompensa es una forma de liberar la carga que tenemos, no importa inclusive si quien recibe el tributo no lo aprecia.

 

Somos conscientes que, al morir, no llevaremos nada a la tumba. Si algún día nos recuerdan, debería ser por nuestras buenas acciones.

 

Me preguntaron hace poco cuál será mi legado. Les respondí: dejar para la posteridad empresas con altos valores morales y, como persona humana, desde donde esté, haber contribuido con la felicidad de mis seres queridos y, en la labor cotidiana, haber sido ejemplo de transparencia, lealtad, veracidad, trabajo indesmayable y constancia.

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