La pena de muerte nos librará de la corrupción

La pena de muerte nos librará de la corrupción

2019-02-25 | Por Freddy Ames

En el Perú, el nivel de corrupción es tan alto que los índices que muestra en este aspecto lo ubican en los primeros lugares del mundo. En realidad, una afrenta a la vida, a la sana convivencia y al desarrollo en paz y armonía. Este flagelo es el peor que podemos heredar a nuestros hijos y permitir que se mantenga en el tiempo.

 

Conversaba con una ejecutiva de una importante empresa nuestra sobre el ofrecimiento verbal, sin autorización desde Lima, que había realizado un administrador de la zona norte del país a una trabajadora de reconocerle movilidades para el desplazamiento, de una ciudad a otra, para asistir a su centro de labores; por cierto, movilidades no asumidas por el cliente a quien servimos. El ofrecimiento fue verbal, sin documento escrito, sin consentimiento previo.

 

La pregunta es: ¿se debía otorgar o no otorgar la movilidad a la trabajadora? La respuesta es sí. Más allá del nivel del administrador y del consentimiento que debía haber recibido, el desplazamiento existe, no importa si éste es reconocido o no reconocido por el cliente. El mensaje que debemos dar a los trabajadores es que, en nuestra empresa, obramos con honestidad y respetamos las decisiones que haya tomado un subalterno, siempre y cuando éstas no afecten a los mismos trabajadores. Habrá tiempo para corregir, posteriormente.

 

Si desde el hogar y la empresa inculcáramos valores a todos los que nos rodean, la historia del Perú sería diferente, pero, hoy en día, podríamos decir que, en el ADN de muchos peruanos, está inoculado el virus de la corrupción. ¿Cómo extirparlo? A los mayores sería muy difícil. Con educación, con buenos ejemplos, esa posibilidad sólo va para los menores en formación. No vemos otra alternativa que la mano fuerte y radical para los que hacen de su vida un constante toma y daca con las autoridades, a cambio de recibir un favor o para acceder a una obra o servicio que el Estado licita.

 

Como hemos dicho en anteriores entregas, la corrupción es el mal de males que azota un país. Ésta engendra la informalidad, la delincuencia, la improvisación y el caos, destroza todos los valores, la justicia pasa a ser un instrumento del poder, quien ostenta más recursos gana, no importa si tiene o no la razón; al final, es el gobierno del más fuerte, no hay esperanzas.

 

Nosotros creemos que nuestro querido país necesita un cambio radical. La pena de muerte para los corruptos y delincuentes comunes y de cuello y corbata es absolutamente necesaria. Esta pena debe ser votada por el pueblo en un referéndum. De aprobarse, el Perú debe desligarse del Pacto de San José, en ese considerando, como país soberano. Ejemplo: las decisiones que toma los Estados Unidos de Norteamérica, nadie las discute; Donald Trump, de un día para otro, dejó de lado el tratado de libre comercio con Canadá y México, y no pasó nada. El Perú es igual que USA. Inmediatamente aprobado el referéndum, debemos constituir los nuevos juzgados del crimen, eficientes y expeditivos, que en un lapso de no más de tres meses declaren sentencia y lleven al paredón a quienes nos hacen o nos hicieron tanto daño.

 

La gran mayoría de peruanos queremos vivir en paz. Es imperioso darles la oportunidad a nuestros hijos de vivir en un país mejor. Los delincuentes no deben ganar la batalla. Para ellos, la tumba es la alternativa más viable.

 

San Isidro, 25 de febrero de 2019.

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