El perdón va más allá de la muerte

El perdón va más allá de la muerte

2019-01-28 | Por Freddy Ames

Aquéllos que no creen en la existencia de Dios, entre otras razones, para negar su presencia dicen: si Dios es todopoderoso e inconmensurable, ¿por qué permite que el mal sea parte de nuestras vidas? Responden los creyentes: que Dios, con su infinita sabiduría, le dio al hombre la capacidad de discernir, darse cuenta de todo lo que le rodea y, de esa forma, elegir inclusive lo malo sobre lo bueno. La lógica es, si Dios es amor, ¿por qué no nos evitó problemas e implantó en el hombre la bondad y desterró de su pensamiento y acción la maldad? En realidad, una discusión de nunca acabar.

 

Lo cierto es que la maldad existe, como también existen los asesinos y delincuentes comunes que matan a quienes queremos y se apropian de aquello que hemos construido con dedicación y esmero. Con mayor razón si el bien es de naturaleza pública. Allí los políticos hacen su agosto, cobrando comisiones por obras sobrevaloradas; hoy vemos los procesos judiciales que, por corrupción, están enfrentado muchos funcionarios.

 

A propósito de maldad en grado sumo, en la década del 80 del siglo pasado, sufrimos en carne propia la ferocidad del terrorismo que lideraba Sendero Luminoso, grupo armado que buscaba llegar al poder por medio del fusil, matando a quienes no comulgaban con sus ideas, o porque eran “lacayos del capitalismo”, así los llamaban. Dos amigos entrañables fueron asesinados por la horda terrorista, Juan Chacaltana y Julio Córdova, a ellos mi aprecio y agradecimiento; contribuyeron con sus enseñanzas y don de gente a mi formación profesional.

 

En esos días de dolor, soñaba con tener al frente a Abimael Guzmán y a aquél que asesinó a mis amigos para darles el tiro de gracia, sin miramiento ni remordimiento alguno. Tan grande era mi dolor y rabia que jalar el gatillo sólo sería un hecho de mero trámite.

 

Han pasado muchos años de los sucesos descritos en el párrafo precedente. Abimael Guzmán fue capturado. No sé si lograron descubrir y capturar al asesino material de mis amigos. La pregunta es: ¿qué pasaría si estaría al frente de Abimael Guzmán hoy? De tener una pistola, ¿jalaría el gatillo? Es muy probable que no, no tendría sentido, su muerte está próxima. Me daría lastima. ¿Lo perdonaría? No lo haría. Sería el único caso.

 

En nuestro recorrido por este mundo hemos obrado mal y bien. Cuando hemos obrado mal, alguien fue afectado. La pregunta es: ¿le pedimos disculpas o le pedimos perdón al afectado? Creo que no. El falso orgullo nos impidió o nos impide hacerlo.

 

Alguien decía que debemos vivir y actuar en favor de los demás como si fuera el último día de nuestras vidas. Si así fuera, a Dios le habríamos ahorrado la molestia de darnos la facultad de escoger entre el bien y el mal; todos obraríamos con rectitud y bondad.

 

Pero el ser humano se cree inmortal, no acepta que morirá algún día, piensa que eludirá a la muerte; ése es entonces el germen del mal. Jesucristo, siendo Dios, murió en la cruz; sus inquisidores murieron después. ¿Por qué nosotros, que no somos Dios, tendríamos la facultad de evadir a la muerte? Empecemos hoy a pedir perdón.

 

San Isidro, 28 de enero de 2019

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