2019-01-07 | Por Freddy Ames
Con ocasión del advenimiento del Nuevo Año, nos propusimos salir del país y aprovechar para conocer las principales ciudades de Cuba. Solicitamos nuestro salvoconducto en su embajada en Lima y partimos a La Habana.
Al llegar, nos sorprendió observar que el aeropuerto de Indiana Jones sí existe, antiguo, vetusto y pintado de colores chillones. Pasar migraciones nos tomó un tiempo prudencial, pero, en la zona de revisión de maletas, estuvo el problema. Todos regresaban a llenar el formulario de aduanas, que la línea aérea que nos trajo no tenía en stock.
Desde Lima separamos hoteles en La Habana y en Varadero, balneario que sería nuestra tercera estadía; sólo pasaríamos un día en Matanzas. Escogimos para La Habana un hotel cuatro estrellas y para Varadero otro de cinco estrellas; en este último caso, todo incluido.
El hotel de La Habana, en realidad, comparado con cualquiera de Lima o de las principales ciudades del Perú no calificó ni siquiera para una estrella. Allí comenzamos a constatar la dura realidad de la vida en Cuba: la inversión privada es casi nula, todas los inmuebles son de propiedad del Estado, incluyendo los antiguos hoteles, aquél que desea invertir, el Estado necesariamente será su socio por cinco años, las utilidades se repartirán al 50%, pese a que el Estado no contribuyó con un solo centavo, luego de cinco años el inversionista devolverá la propiedad y, si desea renovar, por un período similar, deberá remozar el hotel y así el ciclo será interminable. Entonces la inversión es superficial, los precios muy elevados; en consecuencia, la infraestructura de la mayoría de hoteles, por lo menos en La Habana, es pésima.
El servicio de Internet que se ofrece en la web indica: “Internet Wi-Fi en el lobby y habitaciones”, pero no dice que no está disponible. Cada huésped debe adquirir una tarjeta que le permite navegar por 1 hora, al tipo de cambio CUC con el Sol peruano, S/ 12 por cada tarjeta. El CUC es la moneda convertible de Cuba, sólo lo utilizan los turistas, a razón de 0.87 centavos de dólar por CUC. Los ciudadanos cubanos usan el peso, cuyo valor no es ni la décima parte del CUC; sólo sirve para adquirir pocas cosas y racionadas.
Mientras que en Lima hay un vehículo que circula cada medio metro en las avenidas, en La Habana se visualiza uno cada 200 metros y en la carretera pasará un vehículo cada 10 minutos. El transporte es administrado por el Estado, largas colas para el uso del bus público, los autos de mediados del siglo pasado remozados son joyas que circulan y, por 40 ó 50 CUC la hora de alquiler, transportan a los turistas. Realmente un lujo que sí vale la pena darse, imagínense paseando en un Chevrolet de 1956, una maravilla, ahora con aire acondicionado y con música estéreo.
Las emisoras de radio, de cable y de T.V. son de propiedad del Estado, muy pocas y con una programación malísima. Ensalzan el triunfo de la Revolución al mando del Comandante Fidel Castro, su estrategia, etc.; y, en cuanto a la señal de cable, los canales no pasan de 10: 2 ó 3 de Estados Unidos (CNN en inglés, A&E); los demás, de Venezuela (TeleSur), de Rusia (RT), de China (CCTV) y de Cuba.
El atraso es evidente; calculamos treinta a cincuenta años. Las casas se caen en La Habana por falta de mantenimiento. Hubo un conato de incendio y llamaron a los bomberos. Vino un carro contra incendios que nos hizo recordar a los autos de juguete de nuestra época.
Lo rescatable: la amabilidad de la gente, son extraordinarios en el servicio, no sé si por las propinas que dejan los turistas o porque saben que son su única tabla de salvación.
Me decía un joven profesional, graduado en Informática que trabaja como taxista, que sí pueden obtener pasaporte; el problema es la visa, sólo les otorgan los siguientes países: Venezuela, Rusia, Albania y China; en pocas palabras, un pueblo aislado del mundo.
Lamentamos la mala suerte del pueblo cubano, no se merecen vivir como viven. Si Cuba se abriera a la inversión privada internacional, estamos absolutamente seguros que, sólo con el turismo, en 10 años, pasaría a tener un ingreso per cápita mayor a cualquier país de Latinoamérica.
La corrupción, la ambición de poder tiene en la miseria al pueblo, decimos entonces que son los gobernantes los responsables del destino de los pueblos. En el Perú, hemos tenido, a lo largo de nuestra historia, pésimos gobernantes; en especial, en los últimos 60 años: ladrones, corruptos, ineficientes, iluminados e hipócritas.
Estamos absolutamente seguros que estamos viviendo las últimas horas del régimen comunista cubano, se avecinan nuevos tiempos; también se avecinan nuevos tiempos para nuestra patria.
San Isidro, 07 de enero de 2019.