Desprendimiento

Desprendimiento

2018-12-21 | Por Freddy Ames

Ayer mi hijo mayor, Naid, cumplió 31 años y, un día antes, concluyó satisfactoriamente sus estudios de postgrado en una importante universidad de Lima; es decir, dos motivos para celebrar.

 

Antes de partir de mi oficina a su encuentro, pensé qué le regalo: una camisa, un libro, un polo. Hice un recorrido visual por mi escritorio y vi los objetos que lo adornan. Miré con detenimiento a uno y pensé: “Debo obsequiarle ése”, pero me vino la duda. Es el objeto más preciado que tengo, tiene historia, es una obra de arte, fue hecho por manos maestras, debe haber sido elaborado hace más de 500 años y me cuida, pues creo en la fuerza de la energía que da el tiempo. Con suavidad lo tomé, le di una última mirada, lo puse en un estuche y reflexioné: “Estará en buenas manos”.

 

En una oportunidad, cuando era niño, en casa de unos amigos, fui invitado a tomar un té con pan dulce. Al sentarme a la mesa, observé que, en el centro, había un florero muy bonito que me hacía recordar a uno similar que vi en la casa de mis padres. Cuando retorné a casa, comenté a mi madre que nuestro florero no era el único de murano y que era una copia. Tal fue mi sorpresa que mi mamá me dijo que sólo había un ejemplar en la ciudad y que ella había obsequiado ese lindo florero a su mejor amiga en agradecimiento a su nobleza y bondad. Por supuesto, me sentí contrariado y molesto.

 

La lección de mi madre fue: los objetos sólo tienen el valor que uno les da, pero cuanto más grande es el valor que uno estima, el precio será el menor para desprenderse; por cierto, siempre estando de por medio una buena causa.

 

Qué mejor causa: mi hijo salta a la luz. Estoy absolutamente seguro será un gran profesional y mejor persona. La langosta que le obsequio simboliza la excelencia del orfebre que la creó, la cultura milenaria de la cual descendemos, el amor que le profeso y el buen augurio que su compañía le dará por muchos años.

 

Alas y buen viento, Naid. Tu padre que te quiere,

 

Freddy.

 

San Isidro, 21 de diciembre de 2018.

Contacto