Me decía un alto dirigente del Barcelona F.C., de España, que, si la pelota siempre ingresa al arco, nada se puede hacer porque es tan grande la emoción que genera un resultado continuado de éxitos, que nadie se atreve a cuestionar los medios que se utilizaron para lograr el fin soñado. También me decía que los triunfos esconden malas administraciones e inclusive fraudes financieros y robos descarados. Como ejemplo, un botón: el actual presidente del Barcelona no es el que fue ungido en las últimas elecciones; es su segundo, quien ha tomado la batuta; el primero se vio obligado a dimitir, a raíz del escándalo que se suscitó por la compra de Neymar; unos cientos de millones de euros no entraron a las arcas del club, ni tampoco pasaron por Dirección Nacional de Contribuciones. Ahora poco se habla de ello, pues el Barcelona es el Barcelona.

La actual administración de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) llega luego de una frustrada elección, donde el anterior Presidente de esta institución, hoy juzgado por graves delitos, decide suspender el anterior proceso electoral de manera abrupta y convoca a nuevas elecciones, pisoteando nuestra Constitución, la norma FIFA y el propio Estatuto de la FPF.

Como quiera que la segunda elección fue realizada a trompicones, los candidatos se presentan sin plan, ni programa alguno; inclusive, el actual Presidente de la FPF, al último minuto, se cambia de lista: pasa de ser segundo en una a encabezar otra.

Desde diciembre de 2014, han transcurrido más de dos años. Los resultados deportivos, que son los que cuentan, no han acompañado a la Junta Directiva de la Federación, las selecciones de menores han sido eliminadas en todos los torneos internacionales que han disputado, y la selección absoluta, que compite por clasificar al mundial de Rusia, de 42 puntos disputados sólo ha conseguido 18; ocupa la séptima plaza de un total de 10 selecciones nacionales.

Nuestra selección venció, en Lima, a la selección nacional absoluta de fútbol del Uruguay. Este triunfo, que dentro de los planes de cualquier Director Técnico es previsible y correcto, pues para clasificar debemos ganar todos los puntos en casa, ha despertado la ilusión de todos los aficionados, olvidando que hemos cedido ocho puntos en casa, y que estos puntos, es muy probable, sean los que al final nos pasen factura al quedar eliminados otra vez mas.

El aficionado y algunos ingenuos periodistas, por decir lo menos, piden la continuidad del señor Ricardo Gareca al frente de la selección por cuatro años más. Decíamos líneas arriba que los triunfos continuados nublan al aficionado; en este caso, un triunfo ajustado y meritorio no puede soslayar errores cometidos en el pasado reciente. Debemos ser cautos y responsables. Apoyar a la selección con toda nuestra fuerza, pero sabemos que vencer a las selecciones de Ecuador, en Quito, y a la de Argentina, en Buenos Aires, será más que complicado, porque hoy Argentina ocupa el quinto lugar con 22 puntos, está en zona de repechaje, y la de Ecuador con 20 puntos, dos más que nosotros, querrá, en el peor de los casos, desplazar a la selección de Argentina. Entonces, estos partidos son a muerte, y la experiencia nos dice que las selecciones de raza hacen la diferencia cuando deben hacerlo, y en este trance sabemos que la selección Argentina no aflojará.

Entonces, ¿qué debemos hacer? Pese a lo difícil del camino a recorrer, le pedimos al señor Gareca que trabaje mañana, tarde y noche, y consiga sumar los 12 puntos que nos queda en juego para clasificar al mundial de Rusia del próximo año. Ésa es la única verdad.

Paralelamente, debemos denunciar los errores cometidos por la FPF para que éstos nunca más se repitan. El dinero de los clubes profesionales y de la afición, que con su presencia en el Estadio Nacional alienta a la selección, debe ser mejor utilizado, invirtiendo en el conocimiento e infraestructura, dejando de lado la improvisación y la política del acomodo, que tanto daño ha hecho a nuestro fútbol.

Escrito, en Lima, el 04 de abril de 2017.