Diferencias abismales

Diferencias abismales

2017-06-05 | Por Freddy Ames

Conversaba con un buen amigo, y reconocido periodista, sobre fútbol y, en especial, sobre el desempeño de nuestra selección absoluta de fútbol y de su D.T., el señor Ricardo Gareca.

 

Decía mi amigo que el desempeño del señor Gareca era –para el- más que aceptable y que, gracias a su trabajo, hoy teníamos otros jugadores en el equipo y que de los 4 ‘Fantásticos’, tres de ellos y otros, por bajo rendimiento, no han sido convocados más,  y que eso es muy bueno porque se demuestra autoridad y visión de futuro, y que la clasificación a Rusia aún es posible.

 

Le respondí que al señor Gareca se le contrató para clasificar a nuestra selección al mundial de Rusia 2018 o, en el peor de los casos, mejorar considerablemente su ubicación en la tabla de posiciones, en comparación a la eliminatoria anterior.

 

La selección ha conseguido 15 puntos de un total de 39 disputados, un 38% de efectividad, 8° lugar en la tabla de posiciones. Las 4 primeras  selecciones clasifican; la cuarta, que es la selección Colombia, cuenta con 21 puntos; es decir, 6 puntos más que la selección peruana. Quedan cinco partidos por jugar. El equipo peruano debería ganar 4 partidos para clasificar, y el de Colombia perder 3. Por supuesto es, prácticamente, imposible; entonces, la clasificación es una utopía y ésta se perdió cuando cedimos puntos en casa.

 

Ahora, como los hechos están consumados, el trabajo del señor Gareca ha sido un desastre. No tan sólo por no lograr la clasificación al mundial; lo más grave, porque su estadía no deja nada de positivo, es el hecho de que contar con nuevos jugadores para las próximas eliminatorias no necesariamente es un logro. Los ciclos de los jugadores, tarde o temprano, se cumplen y, en este caso, tenía que suceder.

 

Marcelo Bielsa toma las riendas de la selección de fútbol de Chile, luego de fracasos estrepitosos con otros directores técnicos. La selección sureña había ocupado los últimos lugares en la clasificación a los mundiales de Corea-Japón 2002 y Alemania 2006.

 

¿Qué hace el señor Bielsa? No sólo se encarga de la selección absoluta; se encarga de todas las selecciones. Con los dirigentes de esa época elaboran un plan de reestructuración total del fútbol chileno, que involucra inclusive a los clubes profesionales, hace del Complejo ‘Pinto Durán’ su fortaleza, su tubo de ensayos, el lugar donde fluye el conocimiento a todas partes, crea una filosofía de trabajo y de juego, infunde ánimo y espíritu ganador a los jugadores, la población también se involucra, los resultados se dan y clasifica al mundial de Sudáfrica 2010 en el segundo lugar. Lo demás es historia conocida. Jorge Sampaoli, fiel seguidor de Marcelo Bielsa, como D.T. de la selección absoluta, clasifica al mundial de Brasil 2014 y, por primera vez en su historia, gana la Copa América jugando muy bien. 

 

Si se va mañana el señor Ricardo Gareca, ¿qué nos deja? Insistimos. Nada. El amigo de quien les cuento me dice que él habría escogido a Gustavo Costas o a Ricardo Gareca como D.T. de nuestra selección, si hubiera tenido la oportunidad de hacerlo hace 3 años atrás. Justifica su pretérita intención: ambos habían hecho buenas campañas en los equipos que han dirigido.

 

La diferencia entre un buen entrenador de equipos de fútbol profesional y otro de selecciones es la capacidad, el conocimiento y el trabajo intenso que desarrollan. Nadie puede negar que esas cualidades la tengan Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli. Su visión va más allá del simple partido que tendrán cada 4 meses; ellos trabajan para el futuro y dejan huella.

 

Deseo terminar esta entrada señalando ahora, y por primera vez, que Jorge Sampaoli estuvo a punto de ser parte de nuestras selecciones. El señor Manuel Burga, con su poco olfato y conocimiento, no lo permitió.

 

Me olvidaba. Esta vez creo que ganaré la apuesta más fácil de mi vida: mi amigo periodista me pagará el viaje a Rusia el próximo año. La razón, con dolor: de no clasificar el Perú al mundial, él paga; si clasifica, lo haré yo.

 

Escrito, en Lima, el 28 de marzo de 2017.

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