Grave afrenta a la democracia

Grave afrenta a la democracia

2018-02-05 | Por Freddy Ames

En la década del 80, del siglo pasado, ocupaba el cargo de Jefe de Recursos Humanos de una importante empresa metal mecánica en la zona industrial de Lima. Época muy difícil, gobiernos de Fernando Belaunde Terry y de Alan García Pérez, hiperinflación, terrorismo, escasez e inseguridad. Los sindicatos eran muy fuertes, por cualquier motivo los trabajadores paralizaban la producción, tomaban las fábricas y conminaban a los ejecutivos de las empresas a firmar acuerdos según ellos reivindicatorios mas allá de la propia remuneración que percibían, en pocas palabras pretendían que las empresas fueran proveedoras de todas sus necesidades inclusive para su familia.

 

En esas circunstancias, las negociaciones colectivas eran muy difíciles, los pliegos de reclamos terminaban siempre en huelga, el Ministerio de Trabajo pasaba a ser un apéndice más del sindicato, cada año los sindicatos conseguían más y más beneficios. Para defenderse, las empresas contrataban abogados especialistas en negociación, o como nos pasó a nosotros, cerraban las plantas, porque tal era la carga económica que los altos salarios y demás beneficios hacían inviable continuar con la producción, no obstante que el supremo Gobierno decía que defendía a la industria nacional al haber implementado una política proteccionista que hacía casi imposible importar bienes y productos de otros países, por los elevados aranceles y por la carencia de divisas.

 

En esos tiempos, los ejecutivos de las empresas, en especial los encargados del área de recursos humanos eran realmente gladiadores, de por cierto muy bien asesorados por brillantes abogados. El ver trabajar a uno de estos brillantes abogados, la destreza como abordaba la negociación colectiva, la forma como se movía ante las autoridades del Estado, pese al sesgo sindicalista que estos tenían, me impulsó a estudiar derecho, decisión que considero fue una de las más importantes de mi vida, se abrió el mundo para mí, entendí ahí, en la universidad que los abogados tienen conocimiento global, y que ese plus los hace diferentes a los demás. Lo primero que aprendí fue, que la justicia siempre estará sobre la ley, y que si una ley no es justa será una mala ley.

 

En estos días hemos observado que el Presidente de la República ha promulgado la ley denominada de Reforzamiento de la FPF, una mala ley, parcial e injusta. Me ha hecho recordar mis épocas de estudiante, donde un extraordinario catedrático nos decía: “los países donde la tiranía y la corrupción cunden, son aquellos que con el tiempo se cubren de una aparente democracia, donde las leyes son dictadas para el mejor postor”, lamento y me duele profundamente que hayamos caído tan bajo, al promulgarse esta ley hemos igualado a Corea del Norte y a Venezuela, pero me duele más que los afectados no se indignen y que la sociedad pase por alto tan grave afrenta a la democracia.

 

Saludamos la decisión del ilustre Colegio de Abogados de Lima de recurrir al Tribunal Constitucional para solicitar se declare inconstitucional esta aberrante ley.

 

Freddy Ames

Lima, 5 de febrero de 2018

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