Desde hace más de 20 años que auspiciamos el fútbol. En ningún momento se nos ha pasado por la cabeza pensar que un jugador negro es mejor o peor que otro de tez blanca, en cuanto a desempeño se refiere. En el Perú, decimos que el que no tiene de inga tiene de mandinga; es decir, no existe raza pura y, si comprobamos nuestro ADN, es muy probable que nos crucemos con un oriundo de Puno y con otro de Chincha.

No sabemos por qué razón los mejores velocistas son de raza negra. Mis boxeadores preferidos fueron Mohamed Ali y Sugar Ray Leonard, también de raza negra. Extraordinarios ambos. Marcaron una época cuando estuvieron vigentes.

Creo que se confunde racismo con insulto, hecho que no se puede permitir bajo ningún punto de vista. En días pasados se observó y escuchó que, desde la tribuna, en un estadio de provincia, un desadaptado insultó a un jugador comparándolo con un mono. Como es lógico suponer, el jugador reclamó por la infame afrenta, y nosotros nos solidarizamos con él; es más, la policía debía haber capturado al agresor y confinarlo en la cárcel por imbécil.

Nadie tiene derecho a agredir a un semejante; más aún, si éste es un deportista profesional que nos alegra el día con su talento.

En Deportivo Coopsol, estimamos a todos nuestros jugadores, los apreciamos, no importa su estrato social, nivel económico, raza, religión, etc. Todos son iguales ante la adversidad y ante el triunfo. Si alguien recibe una reprimenda será por su bajo desempeño o por haber cometido una falta, pero nunca será por su condición humana.

Cuando la FIFA se refiere al juego limpio, creemos que va más allá del daño al rival. Es el trato que deben recibir todos los involucrados. Nos referimos a: deportistas, entrenadores, asistentes, árbitros y aficionados, a jugar sin condicionantes que hagan variar un resultado, a desterrar la violencia, el juego sucio, la corrupción de donde venga.

Nos preocupa que la Federación Peruana de Fútbol (FPF) no se haya pronunciado sobre este grave hecho, pero sí vemos que ha respondido a un exabrupto de un periodista radial que insultó a los jugadores de la selección de fútbol ecuatoriana, señalando que son “cocodrilos”, expresión que deploramos, no compartimos y rechazamos. El tener una tribuna no le da derecho a este personaje a expresarse tan mal de nuestros vecinos. Por decencia, debe pedir disculpas.